Finalizamos la publicación de la conferencia impartida por Ana Díaz en la sede de Nueva Acrópolis Málaga con la tercera parte, titulada:
¿Nuevos paradigmas?
Después de analizar tan brevemente algunas de las más interesantes teorías de la física actual podemos ver que se va configurando un nuevo paradigma que, curiosamente, se vuelve hacia los conceptos de la filosofía clásica y hermética, y hacia los modelos del mundo del lejano Oriente, como por ejemplo:
La simetría perfecta no genera nada: es la Nada, o la Idea o Arquetipo. Son
las “simetrías rotas” las que provocan las diferencias entre las partículas y
las fuerzas, las que dan lugar a la GENERACIÓN.
Las partículas subatómicas no son estables: colisionan y se transforman unas en otras, aparecen y desaparecen, y en esta dinámica producen la ilusión de la estabilidad, la solidez, la durabilidad, la realidad de la materia.
Las preguntas siguen siendo las mismas: ¿por qué existe “algo” en lugar de “nada”? ¿Qué ocasionó la Creación?
Seguimos buscando la primera causa de lo existente, que el hombre religioso llamó “Dios” y el hombre científico-agnóstico prefiere llamar “simetría perfecta”.
Pero igual que en el pasado, seguimos viendo el orden surgiendo del caos, y la luz de la oscuridad.
Lo grande y lo pequeño confluyen en la búsqueda del origen del Cosmos.
En la teoría del orden implicado, todo el Universo está conectado de manera que constituye un todo continuo. Sólo podemos apreciar las cosas separadas cuando se “explican”, cuando se “desenrollan”, pero están implicadas en el todo.
El hombre es un microcosmos, reflejo del Macrocosmos. En nuestro cuerpo, formado de átomos, está resumido el proceso de formación del Universo, la evolución de las estrellas y hasta la evolución de los seres vivos. Y en nuestra conciencia, implicada en la conciencia Universal, se reflejan las mismas leyes. El Universo sigue evolucionando dentro nuestro.
Después de tantos siglos de investigación, seguimos sintiendo que lo más
incomprensible del Cosmos es que es comprensible. ¿Cómo es que la mente humana,
tan pequeña, voluble e impresionable, nos permite conocer el Universo? ¿Qué hay
de común entre la mente humana y las leyes universales? ¿Y por qué las
matemáticas son una herramienta tan eficaz para explicar el mundo?
Algunos neurólogos definen la mente humana como una “propiedad emergente” de la complejidad de relaciones neuronales del sistema nervioso, lo cual no explica su sintonía con el Universo inteligible.
Después de todo, podemos definir las interacciones entre las partículas como “información”, la cual es capaz de transmitirse sin pérdida de intensidad y sin afectarle el espacio ni el tiempo.
En las distintas teorías sobre el origen de la materia y el Universo parece llegarnos la idea de que el Principio Único del que se origina todo (la Simetría perfecta o la masa total del universo en un punto sin dimensiones del Big Bang) desaparece en la generación. Pero quizás no desaparece, sino que constituye la “información” (el arquetipo) que ordena y organiza, que da “forma” a los sistemas y dirige su evolución, fluyendo por ellos sin depender del tiempo ni del espacio y sin mermar en absoluto en intensidad.
Tras el largo paréntesis de la Edad Media, volvemos al modelo del Mundo Antiguo expresado en las enseñanzas Herméticas y de los maestros Presocráticos, y a falta de un lenguaje racional para definir procesos subatómicos y megacósmicos que escapan a la experiencia cotidiana también estamos volviendo a lenguajes simbólico-míticos como “caldo Universal de materia y energía”, “huevo celeste”, “bola de fuego”, “Big Bang”, “edad oscura”...
Los físicos no “necesitan a Dios” para explicar el Universo, sin embargo buscan un Principio Único, una “no-ecuación”, que además de explicar el principio de todo debe ser SIMPLE Y HERMOSA. Y nos llama poderosamente la atención la necesidad de que ese Principio sea hermoso, porque esa nunca fue una premisa para las ciencias, tan objetivas y positivas... Que no le llamen Dios, si no quieren, pero tenemos que reconocer que son la misma cosa.
Vuelven a reunirse Ciencia y Filosofía, como en el mundo antiguo, antes de que fuese pecado pensar y creerse soberbiamente digno de indagar la Creación de Dios, y vuelve a aparecer una mística que surge de la búsqueda de la Verdad y del asombro natural, y no del miedo supersticioso y de la ignorancia.
Pero este paradigma se va abriendo camino en el viejo a trompicones. No nos engañemos: es el paradigma de unos pocos, dentro de un mundo de locos.
Estos pocos fueron siempre los que cambiaron el mundo, a través del cambio de sus paradigmas.
Leer el artículo desde el principio
Después de analizar tan brevemente algunas de las más interesantes teorías de la física actual podemos ver que se va configurando un nuevo paradigma que, curiosamente, se vuelve hacia los conceptos de la filosofía clásica y hermética, y hacia los modelos del mundo del lejano Oriente, como por ejemplo:
·
El SER proviene del
NO-SER
Las partículas subatómicas no son estables: colisionan y se transforman unas en otras, aparecen y desaparecen, y en esta dinámica producen la ilusión de la estabilidad, la solidez, la durabilidad, la realidad de la materia.
Las preguntas siguen siendo las mismas: ¿por qué existe “algo” en lugar de “nada”? ¿Qué ocasionó la Creación?
Seguimos buscando la primera causa de lo existente, que el hombre religioso llamó “Dios” y el hombre científico-agnóstico prefiere llamar “simetría perfecta”.
Pero igual que en el pasado, seguimos viendo el orden surgiendo del caos, y la luz de la oscuridad.
·
El Todo está en cada
una de las partes
En la teoría del orden implicado, todo el Universo está conectado de manera que constituye un todo continuo. Sólo podemos apreciar las cosas separadas cuando se “explican”, cuando se “desenrollan”, pero están implicadas en el todo.
El hombre es un microcosmos, reflejo del Macrocosmos. En nuestro cuerpo, formado de átomos, está resumido el proceso de formación del Universo, la evolución de las estrellas y hasta la evolución de los seres vivos. Y en nuestra conciencia, implicada en la conciencia Universal, se reflejan las mismas leyes. El Universo sigue evolucionando dentro nuestro.
·
El Universo es
mental
Algunos neurólogos definen la mente humana como una “propiedad emergente” de la complejidad de relaciones neuronales del sistema nervioso, lo cual no explica su sintonía con el Universo inteligible.
Después de todo, podemos definir las interacciones entre las partículas como “información”, la cual es capaz de transmitirse sin pérdida de intensidad y sin afectarle el espacio ni el tiempo.
En las distintas teorías sobre el origen de la materia y el Universo parece llegarnos la idea de que el Principio Único del que se origina todo (la Simetría perfecta o la masa total del universo en un punto sin dimensiones del Big Bang) desaparece en la generación. Pero quizás no desaparece, sino que constituye la “información” (el arquetipo) que ordena y organiza, que da “forma” a los sistemas y dirige su evolución, fluyendo por ellos sin depender del tiempo ni del espacio y sin mermar en absoluto en intensidad.
Tras el largo paréntesis de la Edad Media, volvemos al modelo del Mundo Antiguo expresado en las enseñanzas Herméticas y de los maestros Presocráticos, y a falta de un lenguaje racional para definir procesos subatómicos y megacósmicos que escapan a la experiencia cotidiana también estamos volviendo a lenguajes simbólico-míticos como “caldo Universal de materia y energía”, “huevo celeste”, “bola de fuego”, “Big Bang”, “edad oscura”...
Los físicos no “necesitan a Dios” para explicar el Universo, sin embargo buscan un Principio Único, una “no-ecuación”, que además de explicar el principio de todo debe ser SIMPLE Y HERMOSA. Y nos llama poderosamente la atención la necesidad de que ese Principio sea hermoso, porque esa nunca fue una premisa para las ciencias, tan objetivas y positivas... Que no le llamen Dios, si no quieren, pero tenemos que reconocer que son la misma cosa.
Vuelven a reunirse Ciencia y Filosofía, como en el mundo antiguo, antes de que fuese pecado pensar y creerse soberbiamente digno de indagar la Creación de Dios, y vuelve a aparecer una mística que surge de la búsqueda de la Verdad y del asombro natural, y no del miedo supersticioso y de la ignorancia.
Pero este paradigma se va abriendo camino en el viejo a trompicones. No nos engañemos: es el paradigma de unos pocos, dentro de un mundo de locos.
Estos pocos fueron siempre los que cambiaron el mundo, a través del cambio de sus paradigmas.
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