jueves, 12 de junio de 2008

Platón

PLATÓN.

El ateniense Aristocles, conocido posteriormente como Platón por la anchura (platys) de sus hombros nació en 427 aC. Pertenecía a una familia de la nobleza ateniense que contaba entre sus antepasados a Solón y remontaban su genealogía mítica hasta el mismo Poseidón.
Aunque no sabemos mucho de sus años de juventud es lo mas probable que recibiera la enseñanza literaria típica de la época, teniendo que memorizar los textos poéticos que contenían las doctrinas morales, así como los fundamentos de la música, la danza y la gimnasia. Su enseñanza debió de ser muy completa. Es muy posible que recibiera clases de Crátilo, discípulo de Heráclito y quizá también de Hermógenes, de la escuela de Parmenides. Eran aquellos unos años ciertamente difíciles para la ciudad de Atenas, enzarzada en plena guerra del Peloponeso contra Esparta por la hegemonía de la Hélade.
Fue en el año 407, cuando con apenas veinte años, Platón descubrió a Sócrates quedando tan impresionado de la enseñanza del anciano que se convirtió al punto en su discípulo. Es famosa la anécdota referente al encuentro entre ambos: Sócrates tuvo un sueño en el que entre las personas que le escuchaban conversar en una plaza aparecía un cisne blanco que se abría camino entre ellos. Al día siguiente en la plaza, mientras enseñaba, apareció Platón. Este encuentro cambiaría el curso de la cultura griega y por tanto de la europea-occidental.

Los años siguientes, que marcan el final de la guerra y la derrota de Atenas, fueron especialmente dramáticos y agitados en la ciudad y su epílogo de régimen oligárquico, el de “los treinta tiranos” propiciado por la vencedora Esparta, y la rápida reacción democrática ateniense fueron precisamente los pocos años en que en Platón pudo ser discípulo de Sócrates. Breves años aunque fundamentales en la formación del filosofo que recibirá de su maestro algunas enseñanzas clave que estarán presentes en toda su trayectoria posterior: por un lado la virtud del dialogo como método de investigación en las almas de las personas, la necesidad de indagar siempre y además en compañía, no en solitario, y por otro la necesidad de la virtud unida indisolublemente al conocimiento.
Otro aspecto fundamental de toda la filosofía de Platón, el interés por la política, el buen gobierno de las ciudades y la búsqueda de la justicia, también tiene su origen en esta época. Según narra el propio Platón en su famosa Carta VII su deseo era participar en la vida política de Atenas, pero las incoherencias y los abusos que presenció tanto en “los treinta tiranos” como en la posterior reacción democrática (que condenó a muerte a Sócrates) lo desengañaron: “Finalmente llegué a la conclusión de que todos los Estados actuales están mal gobernados, pues su legislación es casi incurable... Entonces me sentí irresistiblemente movido a alabar la verdadera filosofía y a proclamar que solo con su luz se puede reconocer donde está la justicia en la vida pública y privada . Así pues no se acabarán los males para el hombre hasta que llegue al poder la raza de los puros y auténticos filósofos al poder, o hasta que los jefes de las ciudades, por una especial gracia de la divinidad, no se pongan verdaderamente a filosofar”.
El carácter netamente político de toda la filosofía posterior de Platón queda bien definido por estas palabras y muchos de sus diálogos, además de sus infructuosos intentos en Siracusa serán buena muestra de ello.
El ejemplo de vida, que supuso el anciano Sócrates para el joven Platón fue decisivo. Toda la sabiduría y afán de perfección del maestro se volcó sin duda sobre el discípulo. Podemos imaginar fácilmente el entusiasmo y satisfacción del maestro que, casi al final de sus días consigue encontrar al mas destacado y brillante de todos sus discípulos. Podemos imaginar también el impacto que sobre Platón debió ejercer el injusto juicio y condena de su maestro. La crisis interior debió ser tremenda y el sentimiento de injusticia e impotencia enormes. A partir de allí debía seguir sólo su camino que iba a ser, pese a la veneración por su maestro, muy diferente al de Sócrates. Si este apenas salió de Atenas, Platón recorrerá el Mediterráneo oriental, desde Egipto a Sicilia, pasando largos años fuera de su ciudad. Pero a lo largo de estos viajes su formación se fue completando y enriqueciendo al recibir nuevas e interesantes influencias y enseñanzas. Por otro lado si Sócrates nunca escribió sus enseñanzas, Platón compondrá uno tras otro sus casi treinta diálogos, en una actividad literaria sin tregua de tanta calidad como extensión. Tenemos pues filósofo viajero y escritor.

Tras la muerte de Sócrates se dirigió a Megara junto con algunos otros discípulos, donde no permaneció mucho tiempo, quizá unos tres años, donde recibió clases de Euclides (no es el famoso matemático). Un doble sentimiento debía acuciarle, de un lado el resentimiento contra los atenienses que le impulsaba a alejarse de Atenas, e incluso de Grecia, y por otro el afán de continuar aprendiendo y abrirse al mundo. Se dirigió, como tantos otros griegos antes y después de el, a Egipto atraído por la fama de sabiduría ancestral que emanaba de sus templos y centros de estudio. Aunque sometido al dominio político persa y lejos ya de sus mejores momentos culturales y espirituales Egipto todavía era un referente fundamental y una fuente básica de conocimientos para todo el que quisiese buscar. Allí sin duda, aunque no sabemos exactamente ni donde estuvo ni cuanto tiempo, continuó ampliando su formación. Posiblemente estudió matemáticas y astronomía. En todo caso las referencias que hace a Egipto en sus obras muestran siempre una gran reverencia y hacia aquella gran civilización.

Posteriormente se dirigió a Cirene, colonia griega en la costa de la actual Libia, donde se encontró con el filósofo Aristipo y el matemático Teodoro. Desde allí pasó a la Magna Grecia donde encontraría nuevas oportunidades para seguir aprendiendo. Llegó a Tarento, donde gobernaba el filosofo pitagórico Arquitas. Este encuentro será trascendental también para Platón. Las ideas pitagóricas, le influyeron fuertemente siendo una constante en sus obras a partir de este momento, temas como el de la inmortalidad del alma, la reencarnación, el fuerte misticismo, el interés enorme por la geometría y las matemáticas en general, y por último el modelo de vida común en comunidad que tomara como modelo para su academia.


El viaje posterior a Siracusa le introdujo en el difícil mundo de la política real. Su origen noble y la amistad de Arquitas le favorecieron el acceso a la corte de Dionisio I, el tirano que gobernaba la ciudad, donde entabló profunda amistad con su sobrino Dion que se convirtió en su discípulo. A través de el intentó difundir sus teorías políticas, en buena parte aprendidas en Egipto, pero pronto choco frontalmente con Dionisio que consideraba inadecuados y peligrosos aquellos planteamientos. Las críticas de Platón al estilo de vida de la corte y al tipo de gobierno ejercido por Dionisio terminaron por enojar a éste que decidió encarcelarlo y mandarlo en una nave a Egina para venderlo como esclavo. Allí lo compró un viejo conocido de Cirene, Aniseris, que le devolvió la libertad.

Platón pudo así volver a Atenas donde fundó su Academia, institución educativa que tomó su nombre de la cercanía al templo de un héroe ateniense llamado Academos. Esta especie de primera universidad occidental obtuvo un gran éxito, tanto por la calidad de sus discípulos como por la perfección de sus organización. Su duración fue extraordinaria prolongándose hasta el año 549 dC cuando el emperador bizantino Justiniano la cerró, aún entonces muchos de sus miembros se refugiaron en el imperio persa sasánida continuando allí sus estudios muchos años mas. Fue en gran medida por el celo y cuidado con que sus discípulos cuidaron sus textos durante siglos que podemos conocer las obras de Platón casi totalmente integras, lo cual es un caso casi único en la filosofía antigua. Otros discípulos de Sócrates como el ya mencionado Aristipo de Cirene, o Euclides de Megara, habían fundado escuelas semejantes, incluso el sofista Isócrates estableció una en la misma Atenas, pero ninguna alcanzó la relevancia de la platónica. Esta es la época de mayor fecundidad y brillantez en la producción platónica.

Habiendo muerto el tirano Dionisio (367 aC) y sucediéndole su hijo Dionisio II “el joven” Dion solicitó a Platón que acudiera a Siracusa pues creía que el joven gobernante estaba dispuesto a recibir la enseñanza filosófica. Tras muchas dudas aceptó finalmente por la posibilidad de poner en práctica sus ideas filosóficas. No fue así, Dionisio no mostró ningún interés por la filosofía y el intento resultó de nuevo un gran fracaso. Dión fue acusado de conspiración y enviado al exilio mientras que Platón permaneció dos años en la cárcel hasta poder volver a Atenas. El resultado de este viaje parece que afectó bastante a Platón cambiando la tónica de sus escritos que se vuelven mas pesimistas a partir de este momento.

Tras unos años concentrado en la dirección de la Academia todavía vuelve a ser llamado a Siracusa, en esta ocasión por el propio tirano Dionisio asegurando estar dispuesto recibir sus enseñanzas, convertirse en discípulo suyo y permitir el regreso de Dión. Nuevo viaje y nuevo fracaso que termina con Platón retenido de nuevo y logrando la libertad gracias a la intervención del gobernante-filósofo Arquitas de Tarento. De regreso a Atenas ya nunca mas intenta intervenir directamente en la política, permaneciendo tan solo dedicado a la dirección de su escuela y la redacción de sus últimas obras. Es en esta época cuando escribe su carta VII, dirigida a Dión y sus partidarios que intentan derrocar por la fuerza al tirano, y donde justifica su interés en la política.

Desde el año 366 era discípulo de la Academia el joven Aristóteles que en los últimos años comenzó a marcar algunas diferencias con los planteamientos del maestro. A la muerte de Platón, en el 347, y al no ser designado el como director de la Academia, sino el menos brillante Espeusipo, la abandono iniciando su camino propio que le llevaría a ser preceptor del gran Alejandro de Macedonia y posteriormente a fundar su propia escuela: el Liceo.

OBRAS.
Su enorme producción se puede clasificar en varias fases atendiendo a un criterio tanto cronológico como de evolución de los planteamientos y temas.

Estas fases serían:
A) Diálogos socráticos de juventud (399-389). En estos diálogos escritos en los años inmediatamente posteriores a la muerte de su maestro, Platón recoge con bastante fidelidad el pensamiento de Sócrates, y la aportación originalmente platónica es aún escasa. Son pequeños tratados donde el tema principal es el de la Virtud y Sócrates emplea en ellos su método para definir en cada uno una particular virtud. Estos diálogos son: el Critón o del deber, en el que Sócrates, en la cárcel, se niega a escapar aduciendo el deber del ciudadano de cumplir con su deber y obedecer las leyes. Laques, o el Valor ; Cármides o de la Templanza; Lisis o de la Amistad; Eutifron, o de la Piedad; Ion, o de la Poesía, donde se describe a ésta como un don divino; Protágoras, o los Sofistas, quizá el diálogo mas importante de ésta etapa donde se plantea el problema de la posibilidad de enseñar la virtud y aparece el concepto socrático de la virtud como forma de saber. Por último hay que destacar de esta época la Apología de Sócrates, que no es un diálogo sino el discurso de defensa de Sócrates ante el tribunal que finalmente lo condenará a muerte
B) Diálogos de transición (388-385). Son los escritos durante la época de su primer viaje a Italia y la fundación de la Academia. Sócrates sigue siendo el personaje principal de los diálogos pero claramente Platón comienza a presentar sus propias doctrinas. Predominan los temas políticos (Sócrates enfrentado a los sofistas y sus demagógicas posturas) y se observa ya una notable influencia del pitagorismo y quizá también del orfismo: preexistencia e inmortalidad del alma y primeros esbozos de la teoría de las Ideas. A esta época corresponden el Gorgias, o de la retórica, donde aparece implícita una crítica a la democracia ateniense y aparece ya un mito sobre la inmortalidad del alma. El Menón, o de la virtud, donde se plantea de nuevo la posibilidad de enseñar la virtud, se insiste en la inmortalidad del alma y aparece por primera vez la idea del cocimiento como reminiscencia. El Crátilo, o de la exactitud de las palabras, enfrenta a Sócrates con los sofistas a propósito de si las palabras son meras convenciones o reflejan lo que las cosas son por naturaleza, aparece así la teoría de las Ideas. Otros diálogos de esta época son el Hipias Mayor, o de lo bello; Hipias el menor, o de lo falso; Eutidemo, o del discutidor y por último Menexeno, o de la oración fúnebre.
C) Diálogos de madurez. (385-370). En estos años, concentrado en el desarrollo de su Academia, Platón escribe sus obras fundamentales. Lugar central en todas ellas ocupa la teoría de las Ideas y también desarrolla plenamente su teoría del Estado. El personaje principal es Sócrates pero ahora aparece tremendamente seguro de si mismo, Platón habla a través suyo con completa convicción en la certeza de sus ideas. En estos tratados es donde aparecen la mayoría de los famosos mitos platónicos. Mencionamos en primer lugar El Banquete, o del amor, donde Sócrates dialoga con Pausanias, Fedro, Aristófanes y Alcibíades sobre los conceptos comunes del amor y les explica, a través de Diotima, sacerdotisa de Mantinea, el verdadero significado del Amor. En el Fedón, o de la inmortalidad del alma, Platón recrea el último día de la vida de Sócrates consagrado íntegramente a explicar a sus discípulos porque el filosofo no debe temer a la muerte, sino por el contrario confiar en que la vida continua en el mas allá y el alma es inmortal. La República, o de la justicia, que es junto con Las Leyes, su obra mas larga. Aquí se refleja no solo su concepción política, desarrollada con gran extensión, sino también la teoría de las Ideas y algunos de sus mitos mas célebres: el Mito de la Caverna y el Mito de Er. Finalmente en el Fedro, o de la belleza, insiste en los temas del amor, la belleza y el alma.
D) Diálogos críticos. (369-362). Son estos los años de su segundo viaje a Siracusa y el cruel desengaño que allí sufre. Aparece una cierta crítica y revisión de sus propios planteamientos. El estilo se hace mas difícil y los problemas lógicos ocupan cada vez mas extensión. Desaparecen los mitos y aunque Sócrates sigue apareciendo ya no es el personaje principal siempre. El Parmenides, o de las Ideas, constituye una autocrítica de la teoría de las Ideas, en la que el anciano Parmenides conversa con el joven Sócrates refutándole buena parte de sus planteamientos. En el Teeteto, o de la ciencia, la discusión sobre la esencia del conocimiento resulta de una gran complejidad sin poder llegar, no obstante a una conclusión definitiva. Le siguen otros dos diálogos mas, el Sofista o del ser y el Político o de la realeza que debían ser completados con un tercero, el Filósofo, que nunca llegó a escribirse. En estos parece que Platón comienza a dudar de la identificación político-filósofo y en los últimos ya no aparece Sócrates sino un “forastero de Elea”.
E) Últimos diálogos (361-347). En los últimos diálogos Platón abandona las grandes cuestiones metafísicas y se interesa más por la cosmología y la historia. La influencia pitagórica se evidencia en los temas cosmológicos, políticamente los planteamientos son mas duros. En el Filebo planteaba la naturaleza del placer. Pero los principales tratados de esta época son un conjunto de tres, que no pudo llegar a terminar, y que debían constituir un gran compendio sobre la ciencia de la época y la creación del mundo, tema tratado en el Timeo, seguido de una historia de la Atenas primitiva, en el Crítias, donde aparece la descripción de la Atlántida, las luchas entre ésta y Atenas y el hundimiento final de la gran isla oceánica hacía 9000 años. Aquí la narración se interrumpe de forma brusca, quizá casual pero en todo caso extremadamente misteriosa, cuando Zeus reúne a todos los dioses para anunciarles el castigo que ha decidido paraa aquella raza soberbia y rebelde Y debía completar la trilogía un tercer diálogo, el Hermógenes que no llego ni siquiera a iniciar.


LA ACADEMIA.
La filosofía según la entendía Platón no podía ser actividad de un hombre aislado, por el contrario era necesario efectuar esa búsqueda de la Verdad, de la Sabiduría en compañía de otros, en colectividad. Y ello por varias razones, en primer lugar por la facilidad y garantía que supone la existencia de maestros, filósofos que en razón de su mayores conocimientos y mejor vivencia de las enseñanzas puedan dirigir el aprendizaje de los mas noveles.

Por otro lado el diálogo como método de investigación y desarrollo de uno mismo tan solo es posible con compañeros, condiscípulos y maestros con quienes debatir, con quienes confrontar las propias ideas en búsqueda permanente del propio desarrollo y de la Verdad.

Por último si una de las aspiraciones máximas de Platón era lograr un estado perfecto, regido por filósofos, si bien este empeño se le mostró como imposible, si era factible al menos lograrlo al menos a pequeña escala, haciendo vivir a sus discípulos en condiciones similares, dentro de lo posible, a esa ciudad ideal. Justamente esto era lo que pretendía la Academia platónica, crear un modelo de convivencia donde los discípulos pudieran desarrollar al máximo sus capacidades en un ambiente de convivencia y de fraternidad filosófica. Es indudable que el modelo pitagórico, y muy probablemente también su experiencia en los templos y escuelas egipcias, son la fuente de inspiración de la Academia.
Aunque no se sabe demasiado de cómo era su funcionamiento parece que había dos grandes categorías de miembros: los más edad, investigadores y profesores y por otro lado los mas jóvenes, los estudiantes. Sabemos que se admitía entre los alumnos a las mujeres, y al menos se conoce el nombre de dos de ellas: Axiotea y Lastenia, que fueron discípulas de Platón y de Espeusipo. Entre los “maestros” que junto con Platón desarrollaban la enseñanza conocemos a Espeusipo, Eudoxio de Cnido, Heráclides del Ponto, Jenócrates y Aristóteles, que estuvo veinte años en la academia, primero como alumno y luego como profesor.
Las matemáticas, y especialmente la geometría, jugaban un papel fundamental en la enseñanza de la escuela platónica. Su objetivo era depurar la mente y darle herramientas lógicas mucho. Allí se fueron elaborando muchos elementos matemáticos que posteriormente darían lugar a la redacción por Euclides de sus famosos “Elementos” de matemáticas.
La dialéctica era otra de las disciplinas básicas que tenían que llegar a dominar, si bien era necesario demostrar una cierta madurez previa para comenzar estos estudios. En aquella época la dialéctica era una técnica que seguía un método bien definido: se planteaba una “tesis” , es decir una propuesta en forma de interrogación y uno de los interlocutores la atacaba y el otro la defendía. El atacante interrogaba intentando llevar al defensor a encontrar contradicciones en sus planteamientos. El interrogador no sostenía ninguna tesis, simplemente intentaba demostrar la inconsistencia de la tesis planteada inicialemente. No obstante la dialéctica no solo enseñaba a atacar, sino también a efectuar hábilmente une defensa.
Pero la dialéctica platónica no es sólo un ejercicio de lógica, es también todo un método de transformación y perfeccionamiento individual, que se efectúa en común. No se trata de un combate intelectual para ver quien derrota al otro, se trata de aprender a dialogar. Y esto implica no solo buscar la Verdad, que no es lo mismo en absoluto que intentar imponer la “propia verdad”, sino también saber ponerse en el lugar del otro, para del intercambio fecundo de argumentos llegar a descubrir por sí mismos, y en sí mismos, una verdad independiente. La filosofía así se convierte en un movimiento, en un esfuerzo por medio del cual el individuo se trasciende en algo que le supera.
La enseñanza en la Escuela platónica por tanto no era en absoluto dogmática sino todo lo contrario, de hecho algunos de los maestros mencionados antes sostenían tesis contrarias al propio Platón en muchos aspectos.
¿Qué era pues lo que daba a la Academia su unidad, su lazo de cohesión?. Todos admitían, si bien participaban de ello en diversos grado, el modo de vida propuesto por Platón. ¿Y cual era este? Se trataba de aprender a vivir de manera filosófica, con un afán de investigación totalmente apartado de los intereses materiales, opuesto frontal y conscientemente a las prácticas y métodos de los sofistas. Se planteaba una suerte de ética del diálogo en cuanto que el objeto de este era siempre la búsqueda de la Verdad. Se consideraba la sabiduría, o la ciencia, no como un conjunto de conocimientos “externos al hombre” sino como formadora del propio hombre, como método de educación del carácter, de conformación de la propia personalidad. En definitiva no se trataba tanto de encontrar algunas verdades “fuera”, de descubrir cosas en la naturaleza o en las demás personas, cuanto de desarrollar las propias capacidades, cualidades y valores, es decir crecer y perfeccionarse, lograr un desarrollo lo mas armónico posible de uno mismo. El “conócete a ti mismo” llevaría implícito la necesidad de mejora interna. El estilo de vida platónico implicaba un afán de mejora, de renovación diaria. Lograr ser cada día mas dueño de uno mismo, consagrándose al desarrollo dela virtud y del alma racional.

En fin el modelo filosófico platónico, como el de todas las grandes escuelas de filosofía de la Antigüedad, comprende dos grandes aspectos: por un lado un discurso en el que se plantean amplia y minuciosamente toda una serie de ideas sobre la justicia, el alma, el amor, los arquetipos, etc, etc. Y por otro lado la elección y la práctica de un modo de vida. Y esa es la clave de la filosofía “ a la manera clásica” tal como la planteamos en Nueva Acrópolis, la elección de un modo de vida en que los planteamientos teóricos, no queden en el mero campo de la especulación, sino que puedan ser aplicados al modo de vida cotidiano permitiéndonos llegar a ser un poco mas sabios y un poco mejores. En definitiva “hay que honrar las verdades con la práctica”.

Miguel Artola
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