MARSILIO
FICINO:
LIBERTAD, RAZÓN Y PASIÓN
Marsilio
Ficino es sin duda un prototipo del pensador renacentista. Nacido en 1433, era filósofo, teólogo, médico y Astrólogo.
Para él, la búsqueda de la verdad era una pasión
que consumía su vida en el altar de la
Vida, entendida como la adhesión al Ideal de la Sabiduría.
En torno a su
figura se constituyó en 1445 la Academia
Florentina, basada en los modelos de Escuela de Filosofía
inaugurada por Platón en Atenas y allí difundirá las ideas neoplatónicas por toda
Europa, ayudado de su compañero Niccolo
Tignosi da Foligno y otros discípulos.
Ficino tradujo
con pasión a todos los pensadores antiguos, en especial a Platón, cuyos
comentarios a El Banquete los podemos
encontrar en su deliciosa obra De amore.
De igual importancia, y obra clave para entender su pensamiento son sus cartas en las que podemos deleitarnos,
con un lenguaje sencillo, de todo un ramillete de pensamientos profundos a la
vez que útiles, sobre prácticamente todas las cuestiones atemporales que han
preocupado al ser humano: Dios, Verdad, Amor, Amistad, Libertad…
En sus cartas,
Ficino rezuma una gran comprensión de Platón, una lectura abierta y filosófica de la Teología Cristiana
y sobre todo, una gran afán práctico por ofrecer pautas de vida filosófica a
sus lectores.
En efecto,
Marsilio Ficino no es ningún ascético alejado del mundo y de la época en que le
tocó vivir, antes bien trata una y otra vez que se descubra lo que
verdaderamente hay de más importante y atemporal en cada uno de nosotros
Si cada uno de nosotros es, esencialmente, aquello que es lo mayor
dentro nuestro, aquello que siempre permanece igual y por lo cual nos
entendemos, entonces ciertamente el alma es el hombre mismo y el cuerpo no es
sino su sombra. Cualquier desgraciado que esté tan engañado como para creer que
la sombra del hombre es el hombre, como Narciso se disuelve en lágrimas. Sólo
cesarás de sollozar, Gismondo, cuando dejes de buscar a tu Albiera degli
Albizzi en su oscura sombra y comiences a seguirla mediante su propia clara luz" (Ficino,
2012)
Ficino invita a sus estudiantes a entenderse a sí mismos de forma
integral, sin identificarse con lo más material y temporal sino con aquello que
le dignifica más allá de la naturaleza animal: Somos el Alma, tal y como diría
Platón en boca de Sócrates
Te ama, pues, quien ama
tu Alma(Sócrates)
Partiendo pues de esta consideración del hombre como un ser espiritual,
Ficino elaborará su Teología Platónica, admirable síntesis de teología
católica y pensamiento platónico, en el que sentará las bases para todo ese
programa de vida que son su De amore y sus cartas: El hombre debe
vivir según su naturaleza superior, que pertenece a las estrellas, y debe
entregarse a los movimientos del alma, principalmente el Amor, ya que
estos movimientos del Alma garantizan al hombre su felicidad tanto en la Tierra como en la vida
ultraterrena. “El amor va de bien a bien”, le gustaba escribir.
Ficino va a acuñar el término amor platónico como un equivalente
de Cáritas Cristiana, viendo esta última como una expresión
cristianizada de la atemporal idea del Amor expuesta en El Banquete de Platón
Todo el universo se mueve por
amor, por un deseo innato de atracción, por un principio de afinidad. El mundo es
una gigantesca armonía(Ficino, 2012)
Esa gigantesca armonía tiene a Dios como
centro, y en torno a El, Ficino hace emerger sus famosos círculos, que no son otros que las ideas platónicas: Bien, Belleza
y Eros.
Estas tres Ideas conforman para Ficino
los tres principales principios que elevan al hombre por encima del hombre “y que en Dios lo convierten. Se trata
pues, de una suerte de ternario superior que espiritualiza al hombre
Dios es el Bien, la
Belleza y el eros en el hombre(Ficino, 2008)
Así, Ficino
establece en De Amore un conjunto de relaciones entre Bien,
Belleza y Amor. En primer lugar Dios es Bondad, Belleza, Justicia, medio y
fin.
En segundo
lugar , es la propia Belleza de Dios la que genera Amor, y en tercer lugar la Belleza es el esplendor de
la bondad Divina.
Junto a este
ternario superior de Principios que serían Dios
en el hombre, Ficino describiría cuatro círculos más, que serían propios de
la parte más terrena del hombre: Alma, Mente, Naturaleza y Materia.
Estos cuatro
círculos, unidos a los tres superiores, tienen a Dios como Centro y de esta
manera, toda la ética ficiniana se consagrará a procurar la armonía entre estos
círculos con su Centro, esto es el objetivo principal de sus cartas. Como vemos, en la Teología
ha expuesto una cosmología, en su De
Amore una ontología y por último en
sus cartas expondrá una ética.
Todo ello es
una filosofía.
Es en sus
Cartas donde podemos ver al Ficino más práctico, al más preocupado por definir
un Ideal de Vida que pueda ser vivido. En
efecto, Ficino va a ir definiendo toda una escala de valores que definirán la
escalera que el ser humano debe subir, peldaño a peldaño, por su evolución. Así
el ser humano se convierte en filósofo cuando
el hombre se convierte en artífice de sí mismo:
Esta singular libertad humana,
que hace del hombre artífice de sí mismo y de su naturaleza, abierta a toda la
escala de los entes, tanto así que puede descender hasta la piedra, y
convertirse en hombre-piedra, o subir hasta Dios y ser hombre que se diviniza(
Ficino 2006)
Esta es la
clave del pensamiento de Ficino: El hombre es esencialmente libre para
cosificarse o para divinizarse. Puede escoger entre la más material de las
existencias, apegado a los sentidos y a las apetencias, o puede optar por su
divinización. El filósofo es aquel que, siguiendo los consejos de Platón “toma en sus manos su alma”(Platón, 2003) y
se afana por llegar a ser aquello que es realmente y que late en su interior.
Sus Cartas son para el Hombre de hoy un modelo de vida, y es por ello que desde
aquí se recomienda leer y estudiar, y comentar en las tertulias de la Biblioteca de
Alejandría.
SANI.
BIBILOGRAFIA.
1.-FICINO, M.
2012. Teología Platónica. Alcion. Cordoba
2.-FICINO,M. 2007. CARTAS. Siglo XXI. JJ. De olañeta
3.-PLATON. 2003. Apología de Sócrates. Alianza.
Madrid.