Agradecemos a la profesora Ana Díaz la publicación del contenido de su conferencia sobre los nuevos paradigmas del mundo en este blog de la Biblioteca Alejandría de Nueva Acrópolis Málaga.
Cada época histórica ha contado con un modelo del mundo en el cual se han encontrado las respuestas a las preguntas fundamentales, un modelo mediante el cual los hombres encontraban su sitio, su origen y su finalidad en la vida.
El concepto de “Mundo” es un concepto muy amplio: es todo aquello que rodea al hombre. Abarca, por tanto, el Universo, la Tierra, la Naturaleza, ... Pero también se aplica de forma más específica a lo que rodea a una parte más concreta de la Humanidad: el mundo femenino, el mundo grecorromano, el tercer mundo, ... e incluso podemos hablar del “mundo interior” de cada persona, que podríamos definir como el conjunto de ideas y principios que conducen sus vivencias más íntimas.
En la antigüedad los modelos del mundo que compartían los pueblos se expresaban en forma de mitos, en los cuales confluían las creencias religiosas con las ideas más filosóficas, y posteriormente la Grecia Clásica nos ofreció los primeros modelos del mundo que identificamos como filosóficos porque se explicaban racionalmente.
Platón nos describe dos clases de mundos: el mundo de las Ideas, de las cosas que podemos percibir con la razón, donde habitan las cosas que Son porque son eternas, perfectas, y no cambian; y por otra parte está el mundo Sensible, de las cosas que podemos percibir con los sentidos, donde habitan las cosas que parecen ser porque las vemos, las tocamos... pero que No Son, porque son pasajeras, están siempre cambiando en su imperfección, como intentando llegar a ser pero sin conseguirlo. Frente a la concepción cotidiana del mundo que percibimos con los sentidos, plantea otro mundo que, aunque sea sólo perceptible mediante la razón (y las matemáticas) es aún más real que el anterior. Sobre la naturaleza del mundo ideal sólo la razón y las matemáticas son útiles, aunque la observación del mundo sensible puede aportar información sobre el ideal, ya que es un reflejo de éste.
El paradigma dominante actual
¿Y cómo concebimos el mundo actualmente? Si preguntamos a cualquier persona de nuestro entorno cultural (cultura occidental o europea, porque en el presente coexisten varios “mundos” contemporáneos pero no coetáneos), con una formación académica media cómo es el mundo nos responderá con el siguiente modelo:
- El mundo está constituido de diminutas partículas materiales llamadas átomos, que poseen masa y volumen.
La masa y el volumen son las características generales de la materia, y la relación entre estas características, la densidad, es una propiedad específica de cada sustancia. Podemos medir tanto la masa como el volumen y la densidad de cualquier tipo de materia, ya sea sólida, líquida o gaseosa.
Conocemos unos 93 tipos de átomos en la Naturaleza, llamados elementos químicos, los cuales se asocian formando moléculas, que son las partículas más pequeñas de cada sustancia (la molécula de la sustancia “agua” está formada por dos tipos de átomos: oxígeno e hidrógeno).
- Además de la materia existen la energía y las fuerzas de gravedad y electromagnética, las cuales hacen que el mundo funcione “mecánicamente”.
La energía se define como la “capacidad de realizar un trabajo”, y está por lo tanto ligada a los sistemas materiales, fluyendo a través de ellos operando importantes transformaciones. Las fuerzas son las interacciones que surgen entre los sistemas materiales, y son las responsables de la transmisión de la luz o del movimiento elíptico de los planetas alrededor del Sol.
- Estas fuerzas actúan según leyes matemáticas que podemos conocer, y mediante las cuales podemos predecir y controlar los fenómenos.
Las matemáticas son la herramienta fundamental para conocer cómo funciona nuestro mundo. Y además nos permiten no sólo medir, sino predecir cómo se comportarán los sistemas materiales, y esto nos proporciona una gran sensación de control sobre los fenómenos naturales.
- El tiempo y espacio son concretos, estáticos, mensurables como la materia o la energía.
El movimiento se produce dentro de un espacio vacío, como el vacío de Demócrito, tridimensional y cartesiano. Y el tiempo es una magnitud que discurre siempre a un mismo ritmo y en una misma dirección.
- La Tierra es una mota de polvo en el Universo. No es el centro del Universo, sino uno de los planetas rocosos del Sistema Solar. Y tampoco el Sol es el centro del Universo.
Ya no consideramos a la Tierra como el centro del Universo, ni tampoco al Sol. Nuestro Sol no es más que una estrella de tamaño mediano, de edad mediana, que orbita alrededor del centro de nuestra Galaxia, la Vía Láctea, en el extremo de uno de sus brazos espirales. Calculamos que debe haber millones de sistemas estelares similares al nuestro.
- El Universo está en expansión, por lo tanto, tuvo un origen que se nos presenta explosivo: el llamado Big Bang.
El Universo no es eterno: se originó hace unos 13.000 a 14.000 millones de años a partir de la explosión de un punto en el que, de alguna manera, estaba todo lo existente concentrado, y en esa explosión se crearon la materia y la energía, que desde entonces ha estado evolucionando creando las galaxias, las estrellas y los planetas como el nuestro.
- Pero la Tierra es el único planeta donde sabemos que hay vida, y seres humanos dotados de inteligencia, que podemos razonar, preguntarnos por las leyes que rigen el mundo, experimentar.
A pesar de su pequeñez en el espacio, la existencia de vida en nuestro planeta sigue siendo un misterio maravilloso que no conseguimos desvelar. Y tampoco podemos llegar a comprender todavía cómo es que somos capaces de percibir, en nuestra diminuta insignificancia, las grandes leyes que dominan el Universo.
Este es el paradigma dominante, el que se enseña en las escuelas, forjado a través de la historia desde Demócrito, pasando por Aristóteles y Ptolomeo, hasta Copérnico, Kepler, Galileo y Newton. Pero estamos en 2010, y las propuestas revolucionarias desarrolladas durante el primer tercio del siglo XX no han conseguido todavía cambiar este paradigma, que cuenta con las siguientes ventajas:
- Nos permite “aprovechar” la naturaleza, explotarla en nuestro beneficio.
- El tiempo es lineal y la evolución también, lo cual nos sitúa en la cúspide evolutiva, tanto biológica como cultural.
- Es mecanicista: nos presenta una naturaleza que funciona automáticamente, sin una inteligencia rectora superior y caprichosa que intervenga continuamente.
- Dios “no es necesario”, y el alma o espíritu tampoco.
Y aunque los autores que lo originaron fueron cristianos muy creyentes, este modelo conduce inevitablemente hacia el ateísmo y el envanecimiento humano. Defectos ambos que no han sido aún suficientemente valorados a la hora de estudiar las causas de la degradación del medio ambiente y de la crisis de valores humanos.
Pero desde comienzos del siglo pasado se desarrollaron una serie de descubrimientos que rompen este modelo newtoniano.
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