lunes, 10 de noviembre de 2008

Egipto Hermético

INTRODUCCIÓN: Egipto, tierra de misterio, tierra ancestral.

La más antigua y asombrosa civilización, que hoy llamamos EGIPTO, era llamada KEM, la “tierra negra” o “la tierra quemada”, por sus antiguos habitantes. Fueron los griegos los que le dieron el nombre de Egipto, que significa “tierra del misterio”, y, ciertamente, a pesar de los cientos de arqueólogos que trabajan anualmente en sus arenas desde la época de Napoleón, Egipto sigue siendo una fuente de misterio y asombro incluso para el científico, tecnológico y descreído siglo XXI.
Nos asombran sus fantásticas construcciones, que hemos medido y radiografiado sin alcanzar sus secretos; su lenguaje jeroglífico, que hemos aprendido a leer, sintiendo sin embargo que esconde otros significados; su arte hierático y simbólico, que hemos clasificado e interpretado, entendiendo que nunca tuvo exclusivamente un sentido decorativo... Y sobre todo, nos asombra su longevidad y su perdurabilidad en el tiempo, siendo la nuestra una cultura cambiante hasta la esquizofrenia.
¿Cuáles son tus secretos, Egipto? ¿Dónde podemos encontrar tu Sabiduría, la que te hizo emerger de la arena como un milagro y permanecer en la tierra a pesar de la mortalidad de los hombres que te construyeron?

La sabiduría de Egipto era legendaria cuando los griegos entraron en la Historia. Hasta tal punto la admiraban y respetaban que la consideraban como la fuente de su propia sabiduría. Los grandes sabios griegos, como Solón, Pitágoras, Tales, Anaximandro, Parménides, e incluso el mítico Orfeo, visitaron el país de las pirámides donde, al parecer, fueron iniciados en sus misterios. Así pues, la sabiduría egipcia traspasó las fronteras del espacio y del tiempo a través de los griegos y más tarde los romanos. De alguna manera, a través de los romanos y los griegos, los egipcios son también nuestros ancestros culturales.

Sin embargo, a diferencia del filósofo racional griego, el sabio egipcio era un mago, que no sólo utilizaba la razón especulativa, sino que penetraba la esencia de las cosas hasta alcanzar un cierto poder sobre ellas. La Magia era la Magna Ciencia, el conocimiento que da poder, y por lo tanto ha de transmitirse mediante un sistema que asegure la capacidad moral del aspirante y un uso correcto del poder adquirido. De ahí que en estas enseñanzas el secreto fuese tan importante.

¿Qué podemos averiguar, casi 2000 años después de su decadencia, sobre los secretos tan bien guardados de la sabiduría egipcia?

Tras descifrar sus jeroglíficos hemos podido entender mejor sus conceptos religiosos, morales y éticos y su concepción general y popular del mundo a través de su mitología. Sin embargo se nos sigue escapando el conjunto de conocimientos que se transmitían a través de los misterios iniciáticos y sus pruebas.

Las escuelas de misterios sobrevivieron hasta el siglo IV, cuando el emperador cristiano Teodosio ordenó cerrarlas, así como las escuelas de filosofía, iniciando las persecuciones cristianas al resto de los cultos y formas de pensamiento. Sin embargo, algunos textos consiguieron salvarse de la quema y la destrucción. Unos textos misteriosos que aparecieron, según las fuentes históricas, en el siglo II d.C. y que consiguieron traspasar la época oscura de la Edad Media para emerger durante el s. XV colaborando –si no provocando directamente- la revolución humanística del Renacimiento. El Hermetismo, movimiento basado en las enseñanzas de estos libros y otros conocidos durante la Edad Media, tuvo sin duda una importante influencia sobre los pensadores y humanistas renacentistas, aunque frente a la Contrarreforma tuvo que replegarse nuevamente al secreto, a través de las llamadas sociedades secretas, entre las que cabe destacar el Rosacrucismo y la Masonería.

Cuál es la historia de estos textos, cómo sobrevivieron a la intolerancia medievalizante, y, sobre todo, qué enseñanzas contienen, es lo que nos proponemos desentrañar en este artículo.

Los Libros Herméticos

Los llamados “Libros Herméticos” son un conjunto de textos, escritos en griego algunos y en latín otros, que la tradición atribuye a un gran sabio egipcio, de una antigüedad incalculable, que los egipcios llamaron Thot y los griegos tradujeron por Hermes. Este maestro, Hermes-Thot, fue llamado “Trismegisto”, “tres veces grande” o “tres veces maestro”, pues fue iniciado por los mismos dioses adquiriendo sabiduría como sacerdote, filósofo y legislador. Él fue quien dio la escritura y las leyes a los antiguos egipcios, y fue divinizado como dios de la sabiduría, escriba de los dioses.
Los griegos, que dominaron Egipto a través de la dinastía de los Ptolomeos a partir de Alejandro Magno, tradujeron a este Thot egipcio por Hermes, dios muy complejo de la mitología griega, cuya función principal es la de servir de conexión entre los dioses y los hombres.

La tradición de la gran antigüedad de este maestro, que lo situaba cronológicamente al lado del Zoroastro persa (s.VI a.C.), sólo fue rechazada en el siglo XVII, cuando el filólogo Casaubon dató los textos herméticos en el siglo II d.C.. Los Padres de la Iglesia lo situaban en tiempos remotos, anterior a Platón y a Pitágoras, y era una de las controversias más exacerbadas durante el Renacimiento el debate sobre quién era más antiguo, Hermes o Moisés.

La idea subyacente al Hermetismo entre los griegos y romanos era que se trataba de una teología antigua o primordial (“prisca theologia”) en la cual se habían inspirado todas las demás religiones del mundo conocido, desde Grecia hasta la India. Para los greco-romanos, Hermes fue el iniciador de la teología, antecesor directo de Orfeo, fundador de la religión griega, cuya línea iniciática habrían continuado más tarde Pitágoras y el mismo Platón. Observando las semejanzas de los textos herméticos con la Biblia, los judíos aseguraban que Hermes debía haber aprendido de Moisés; los cristianos, como Clemente de Alejandría (s II y III) o Lactancio (s III y IV), reconociendo un Hermes muy anterior a Cristo, lo consideraban como a uno de los más importantes profetas y videntes paganos del Cristianismo. En el Renacimiento, el gran filósofo y mago Giordano Bruno (s XV) sostenía que la religión mágica egipcia era la más antigua del mundo y la única verdadera, oscurecida y corrompida por el judaísmo y el cristianismo.

Otros, en cambio, como San Agustín (354-430 d.C.), veían la mano demoníaca detrás de tanta sabiduría en estas enseñanzas tan antiguas, un “engañador” cuyo único objetivo al enseñar tales cosas no era otro que confundir a los “buenos cristianos”:

Aunque “... este Hermes dice sobre Dios muchas cosas ajustadas a la verdad.... ... Hermes presagia estos hechos como aliado del diablo...”

Es muy posible que los textos Herméticos deban su supervivencia al apoyo y validación que le aportaron los primeros Padres de la Iglesia, pues de otro modo las hogueras del fanatismo y el miedo hubieran acabado con ellos. Pero en los primeros siglos, rodeados de cultos afirmados por el tiempo, los cristianos se veían con la obsesiva necesidad de justificar históricamente su nueva religión, y la filosofía hermética les fue muy útil a este fin.

Sin embargo, los eruditos posteriores, científicos todos ellos y lógicamente “superiores”, hacen caso omiso de la tradición y se proponen establecer la antigüedad y autenticidad del Hermetismo en base al análisis filológico de los textos encontrados. Aunque el estilo y la estructura de los textos analizados (el “Corpus Hermetitcum” y el “Asclepios”, fundamentalmente) recuerdan en cierto modo las formas narrativas egipcias, el griego utilizado puede ubicarse entre los años 100-300 de nuestra era. Con lo cual concluyen que la obra fue escrita por varios autores del siglo II, alejandrinos, seguramente, cuyo objetivo era dar credibilidad a la religión emergente. Algunos autores afirman categóricamente que los textos son falsificaciones realizadas por cristianos, quizás cristianos gnósticos, y que todos los parecidos que pueden hallarse con la filosofía griega, el judaísmo y el cristianismo se deben a la mezcla de razas y culturas que en el siglo II se daba en Alejandría, y que los autores del fraude mezclaron hábilmente.

Otros, mejor intencionados, consideran el Hermetismo como un fenómeno tardío de síntesis (o sincretismo) de las múltiples creencias que pululaban en el mundo romano del silgo II, cuyo crisol era Alejandría. Y así, se lanzan a analizar las influencias griega, hebraica y cristiana en los Libros Herméticos.

Influencia Hebraica: Las similitudes expresivas y a “grosso modo” entre el Poimandres y el Génesis (creación del Hombre a su imagen y semejanza, “creced y multiplicaos”), que fueron utilizadas por los judeo-helenistas alejandrinos y los cristianos para glorificar a Hermes y considerarlo discípulo de Moisés, son usadas hoy por los científicos para confirmar la poca antigüedad y originalidad de los textos. Mas, si aceptamos la tradición, también cabría reconsiderar lo siguiente: Moisés, según la Historia Sagrada, fue educado en Egipto, donde llegó a tener un gran poder. ¿Acaso es una locura pensar que Moisés tradujo en el Génesis parte de la sabiduría adquirida durante su iniciación en Egipto? Hay que tener en cuenta que Egipto era entonces el pueblo más civilizado, culto y sabio, mientras que los judíos eran un pueblo nómada.

Influencia Cristiana: Se encuentran similitudes fundamentalmente con el Evangelio de San Juan (por cierto, el más místico y misterioso), sobre todo al usar expresiones tales como “Hijo de Dios” para un segundo Dios generado por el primero y Único, a través del “Verbo”. Estas similitudes se interpretan como influencias cristianas sobre los autores de los Libros Herméticos. Sin embargo, se supone que ambos libros son de la misma época, ya que los Evangelios no se escribieron hasta el siglo II. Por lo tanto, también podría darse el fenómeno contrario: que el Hermetismo influyera sobre San Juan. Ambos hablan del Verbo como potencia creadora, si bien San Juan lo identifica con Jesucristo, mientras que el Hermetismo lo considera una fuerza espiritual e inmaterial. El propio San Juan dice en una de sus cartas:

“... el Verbo del que habláis, por el que todo ha sido hecho, que es la luz y la vida, se ha hecho carne...”

En esta cita se me hace evidente que la expresión hermética es anterior, y que San Juan entra en contacto con ella y la utiliza para su propio apostolado.
En la Estela de Berlín (y también en el templo de Philae y en el de Medinet-Abou) se lee:

“El Sol es el primer nacido, el Hijo de Dios, el Verbo.”

En términos muy parecidos se expresa San Juan al referirse a Jesús... ¡catorce siglos más tarde! En este caso podemos asegurar que los jeroglíficos no son una falsificación del siglo II.
Otra idea muy importante coincidente entre ambas escuelas es la de la Trinidad Padre-Hijo-Hombre que los cristianos transforman en Padre-Hijo-Espíritu Santo. Pero tampoco esto implica una influencia del cristianismo sobre el Hermetismo, pues podría implicar justamente lo contrario. Tanto más cuanto de la Trinidad no hay nada en las palabras de Jesús, y sabemos que es un dogma de origen pagano adaptado por la Iglesia posteriormente.

Influencia griega: Son también múltiples las similitudes entre la filosofía hermética y la filosofía griega de la línea pitagórico-platónica. Como en el Timeo, Dios está por encima de la materia, pero no la crea de la nada; la Inteligencia (Mente) ordena el mundo según un modelo ideal que es el Verbo (llamado Logos en Platón y Zenón); el Hombre es una mezcla de materia (animal) y espíritu; el Universo (o Mundo) es un “animal cósmico”; Dios es el Bien; los primeros hombres eran andróginos; “Conócete a ti mismo”,... Son innumerables. Ahora bien: es cierto que el Neoplatonismo tenía una gran importancia en Alejandría, pero también lo es que todos los filósofos griegos se jactaban de haber aprendido en Egipto, la patria de los Misterios.

Contenidos egipcios: Entre todas estas influencias, los eruditos (Vacherot, Louis Menard) encuentran también elementos que reconocen como netamente egipcios: en el fondo del politeísmo egipcio subyace la idea del Panteísmo, un dios único, el Todo, origen de todo lo existente (también de los dioses posteriores) que subyace a todo lo creado. Se puede decir que en los textos herméticos encontramos el panteísmo egipcio despojado de sus formas simbólicas y revestido de las formas abstractas de la filosofía. El Dios supremo es definido de forma muy similar al empleado en los Libros Herméticos en multitud de textos e inscripciones jeroglíficas (como el Libro de los Muertos). La creación del Hombre, su caída en la materia y el proceso de ascensión de nuevo a la condición divina se explica también de forma simbólica en el Libro de los Muertos y el mito de Osiris. La importancia del Verbo y la Palabra; del viento o soplo creador como alma del mundo; el proceso de animación mágica de las estatuas narrado en el Asclepios; ...

Aunque nos cueste reconocer algunos conceptos como egipcios, lo cierto es que son mucho más egipcios que cristianos o hebreos.

Otras relaciones: Son muy numerosas las similitudes entre el Hermetismo y las filosofías y religiones desarrolladas en torno al Mediterráneo, pero, ¿habrá que aceptar también que las similitudes con Oriente, que son muchas y fundamentales, representan también una influencia de los Vedas, el Budismo y la sabiduría tibetana sobre el Hermetismo? La narración de la Creación del Mundo y del Hombre tiene muchos más parecidos con la tradición india que con la propia Biblia: Del Uno surge el Trino Logos, y de él los 7 Rayos (Gobernadores) que van a regir los 7 Globos.... Los primeros hombres son andróginos, como los animales, y la división en sexos se produce al mismo tiempo en ambos. La explicación de la reencarnación y de la evolución... La importancia de la meditación y el desapego a las cosas materiales como medio de alcanzar la visión suprema, que es lo mismo que la Iluminación...

La verdad es que los Hermética contienen una enseñanza tan atemporal, profunda y universal que lo más honrado es considerar que corresponden a una “prisca theología", que coincide con las demás formas de pensamiento y religión en aquello de universal que existe en cada una, diferenciándose sólo en los aspectos temporales que ha ido marcando el tiempo y la historia de los distintos pueblos.

Y en cuanto a la antigüedad del Hermetismo, resulta un infantilismo asignarle la antigüedad de un texto material, teniendo en cuenta:

Que tres siglos antes de la fecha fatídica de datación (en el siglo I a.C.), el mismo Cicerón (106-43 a.C.) asignaba a Hermes (Mercurio para los romanos), quien otorgó las leyes y las letras a los egipcios, una antigüedad superior a la de Orfeo, que consideraba como su inmediato sucesor. Y si el fundador del Hermetismo es el mismo que dio las letras y las leyes a los egipcios, ¡los jeroglíficos aparecieron en torno al 3.100 a.C.!
Que las enseñanzas iniciáticas se transmitieron oralmente durante muchos siglos, y que los textos de esta naturaleza, de haberlos, serían escasos y muy valiosos para sus escuelas.
Que la implantación del cristianismo en el Imperio Romano fue acompañada de grandes desórdenes y destructivos enfrentamientos.

¿Tenemos una copia traducida en griego de un antiquísimo libro egipcio? Es posible. Nadie ha demostrado lo contrario. ¿Y dónde está el original? Teniendo en cuenta su valor, lo más probable es que se encontrara en la Biblioteca de Alejandría o en alguno de los importantes templos egipcios (uno de los textos, el “Libro Sagrado”, llamado también “Virgen del Mundo” o “Pupila del Mundo”, narra cómo Hermes embalsamó y escondió los libros por él escritos “cerca de los secretos de Osiris”). Pero la Biblioteca de Alejandría sufrió varios incendios, y a partir de los siglos III y IV el fanatismo condujo hacia una destrucción voraz de todo resquicio de sabiduría no cristiana que todavía quedara en el mundo.

Imagínense que todas las biblias se destruyeran y sobreviviera sólo un ejemplar editado en chino. ¿Habría que interpretar que este libro y las enseñanzas que contiene son de origen chino y del siglo XX? Quizás sea difícil la comparación, puesto que la Biblia es quizás el libro más editado y divulgado de los que existen. Por lo tanto, teniendo en cuenta que el contenido de los Libros Herméticos era reservado sólo a unos pocos (los que demostraban a través de numerosas y difíciles pruebas que eran merecedores de este conocimiento), es de suponer que no proliferaran las copias de tales textos. Es más, la opinión de su autoría por distintas personas tampoco es desdeñable: de las enseñanzas pitagóricas, sin ir más lejos, lo que nos ha llegado es un conjunto de apuntes de los estudiantes.


Más importante que la antigüedad de los textos nos resulta el análisis de los conocimientos contenidos en ellos. Por la ventana que suponen a la sabiduría egipcia (ya sea la de sus inicios o la de su ocaso), y por la trascendencia y valor que encierran en sí mismos, independientemente de su origen y de su autor.

“Hermético” es, aún hoy, sinónimo de cerrado, oculto, secreto. Pero, curiosamente, “Hermenéutica”, con la misma raíz, es el arte de comprender e interpretar símbolos y textos.

Vamos, pues, a examinar, aunque solamente sea superficialmente, algunos de los contenidos que se pueden extraer de estos libros herméticos, compendiados a través de una sabia hermenéutica en el Kybalion.

El Kybalion
Este libro recoge una serie de principios sobre el Mundo (la Creación, el Universo), transmitidos oralmente, pero que pueden seguirse perfectamente de la lectura de los Libros Herméticos que nos han llegado, si bien están desprovistos de la religiosidad que impregna a los libros antiguos. Se puede decir que constituyen la base filosófica que permite comprender las enseñanzas mistéricas e iniciáticas contenidas en ellos.

Los principios del Kybalión son los siguientes:

El TODO es MENTE: el universo es mental.
(Principio de mentalismo)


Dios es Uno, y al ser Uno es Todo: no hay nada que pueda estar fuera del Uno, de ahí que el Uno y Todo sean lo mismo. Él es lo que es (activo) y lo que no es (potencia). Él es Todo y todo está en Él.

“Y no digo únicamente que contiene todo, sino que verdaderamente es todo. Él no saca nada de fuera, hace surgir todo de Él mismo.” (Corpus Hermeticum, IX: Sobre el Pensamiento y la sensación)

Y lo hace surgir a través del Verbo, de su Pensamiento, la Inteligencia. Del Uno aparece lo Múltiple.
El Universo, el Mundo, que es “El Hijo de Dios”, es la expresión mental del Todo. Por lo tanto, la naturaleza del Universo es mental.

“El universo es un animal compuesto de materia e inteligencia... La inteligencia pone en movimiento a la materia”

“Dios está en la Inteligencia, la inteligencia en el alma, el alma en la materia, a través de la eternidad”.

Por eso el mundo es ordenado y bello, y observando con nuestra mente ese orden y esa belleza es que podemos “ver aparecer lo invisible”, entablar contacto con el Todo y comprenderlo.
Por el estudio de las leyes (entidades mentales) es que podemos conocer el Todo.

Como es arriba es abajo: como es abajo es arriba.
(Principio de correspondencia)


Hay una correspondencia entre las leyes y fenómenos de los diversos planos de existencia. A pesar de las cualidades diferentes de cada nivel, los “esquemas” organizativos son los mismos. Y no sólo se refiere a lo que ocurre en lo grande y en lo pequeño (organización similar de un átomo y de un sistema solar), sino en los diversos planos: material, energético, emocional, mental y espiritual.
El principio de correspondencia, a través de las “analogías”, capacita al hombre a conocer lo desconocido a partir de lo conocido.

Nada descansa; todo se mueve; todo vibra
(Principio de vibración)

“Dios no está ocioso, de otra forma todo estaría en reposo...”
“No puede haber producción sin movimiento... Ahora bien, todo lo que se mueve está vivo, y la vida universal es una transformación necesaria”

Todo está en movimiento, en vibración, aunque haya apariencia de quietud. Pero cada cosa, o cada nivel de la existencia, tiene una vibración a un determinado nivel: los sólidos tienen una vibración muy lenta, que aumenta en los líquidos y aún más en los gases; pero la vibración da un salto de nivel hacia la energía..... Y así sucesivamente en los demás planos: emocional, mental y espiritual.

Todo es dual: todo tiene su par de opuestos; semejante y desemejante son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se encuentran; todas las paradojas pueden ser reconciliadas.
(Principio de polaridad)


Los opuestos no son más que aspectos opuestos de una misma cosa: luz y oscuridad son la misma cosa en diferentes grados, como amor y odio. Son expresiones extremas, en polos opuestos de una misma cosa. Bien y mal...

Todo fluye, fuera y dentro; todo tiene sus mareas; todas las cosas suben y bajan; la oscilación del péndulo se manifiesta en todo; la medida de la oscilación hacia la dereca es la medida de la oscilación hacia la izquierda; el ritmo compensa.
(Principio de ritmo)

Todo está en movimiento, y todo fluye y refluye. En cierto modo, el movimiento es circular, provocado por los polos del principio anterior. El ritmo es el que consigue el equilibrio en el movimiento. El movimiento es cíclico.
A toda acción le corresponde una reacción.
También el movimiento de creación y destrucción, o de vida y muerte, es rítmico.

Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la ley; casualidad no es sino un nombre para la ley no reconocida; hay muchos planos de causación, pero nada se escapa a la ley.
(Principio de causa y efecto)


Nada escapa a la ley. No hay milagros: todo lo que ocurre tiene una causa, que normalmente se encuentra por un nivel superior de existencia: los fenómenos en la materia tienen una causa en la energía; los fenómenos en la energía, pueden tener una causa en la mente.

El género está en todo; todo tiene sus principios masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos.
(Principio de género)

Es la aplicación del principio de polaridad en la generación. Para que haya creación deben aplicarse los contrarios: para que se genere electricidad debe haber polo positivo y negativo; para que haya reproducción en los seres vivos debe haber un macho y una hembras. La generación se produce a través de los contrarios, por eso todo se presenta diferenciado en géneros.


Éstos principios enunciados han sido los principios iluminadores de la magia y la alquimia a lo largo de la Historia. Y me atrevería a decir que también iluminan la ciencia de bandera desde finales del siglo XX y en el Tercer Milenio.


ANA DÍAZ SIERRA

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