jueves, 17 de abril de 2008

La verdadera felicidad


La verdadera felicidad
Un estudio sobre la felicidad a través de la historia del pensamiento

INTRODUCCIÓN


La leyenda afirma que Isaac Newton (1642-1727) comenzó a pensar en la gravedad cuando una manzana le cayó sobre la cabeza. No sabemos, si fue en esos momentos de conmoción, cuando se le ocurrió formular la primera teoría de la física de la gravedad, (que hoy conocemos como Ley de la Gravitación Universal) o ya con anterioridad, en sus investigaciones filosóficas y matemáticas durante el transcurso de su carrera científica, había germinado dicha ley.
No vamos a entrar en la discusión, de que si realmente existe o no la gravedad, y de qué, si realmente existiera, donde está situada. Basta decir que, hoy día, se sigue discutiendo si de hecho es correcta o no, dicha teoría, y en la actualidad, los doctores Hong Sheng Zhao y Benoit Famaey, científicos de la Universidad Libre de Bruxelas, en un intento de desarrollar y probar si las leyes doradas de gravitación Universal de Isaac Newton y Albert Einstein (1879-1955; quién calificó su Teoría de la Relatividad como “regalo de los cielos”) son correctas, se encuentran frente al misterio de que la gravitación de las estrellas en las galaxias se debe a una materia no visible y que la atracción no depende de la velocidad o el movimiento, pues en iguales condiciones unas estrellas se mueven a más velocidad que otras.
Pero centrémonos en esta monografía, si voy a hablar sobre la felicidad, ¿Qué tiene que ver con ella la Ley de la Gravitación Universal? Pues, sencillamente, “lo Universal”, que fue lo que a Isaac Newton se le pasó por alto y, a los seres humanos, pues no todos nos comportamos de la misma manera en circunstancias análogas.
La manzana que golpeó a nuestro científico en la cabeza lo hizo después de haber seguido las pautas fijadas por el Universo, es decir: Según su naturaleza; el desarrollo normal de la manzana fue depender de unos factores internos y externos, que la hicieron caer sobre la cabeza del científico. Una vez alcanzado su punto de madurez, el fruto cae sobre la Tierra atraído por una fuerza Invisible y Universal.
Como Universal es la felicidad en la naturaleza humana, pero no entremos de golpe en ella, su atracción es tan fuerte que nos podría confundir si no seguimos los pasos de su desarrollo natural. Veamos qué es, que factores internos y que factores externos interaccionan en ella, sigamos su desarrollo normal.



LA FELICIDAD DE LA MANO DE LOS GRANDES MAESTROS

¿Qué nos dicen los Grandes Maestros sobre la felicidad?


Buda, (siglo VI a. de C.) nos define la felicidad de una manera tan clara y concisa que no requiere comentarios:

“No hay otra felicidad que la Paz Interior”

Platón (428-347 a. de C.) nos da testimonio sobre la felicidad en sus diálogos, a la cuál se llega a través de lograr una armonía entre conocimiento y virtud. En el Georgias, Platón pone en boca de Sócrates el siguiente pensamiento:
“... Por consiguiente, es absolutamente forzoso, Calicles, que el hombre moderado, según hemos expuesto, ya que es justo, decidido y piadoso, sea completamente bueno; que el hombre bueno ejecute sus acciones bien y convenientemente, y que el que obra bien sea feliz y afortunado; y al contrario, que sea desgraciado el perverso y el que obra mal”


Aristóteles (384-322 a. de C.) nos transmite en sus enseñanzas que el bien supremo del hombre es la felicidad. Es el bien a que todos los hombres aspiran y que es querido por sí mismo como fin último de nuestros actos, todo cuanto hacemos es impulsado por una búsqueda incansable de la felicidad. Y como medio de alcanzarla, nos enseña que el único camino posible es a través del desarrollo propio del hombre, es decir, vivir en la evidencia de lo que nos es propio como hombres.

Lucio Anneo Séneca
(4 a. de C. - 65 d. de C.) en su obra “De Vita Beata” nos ofrece una magnífica lección sobre como alcanzar la felicidad, que camino seguir y cómo actuar conforme a nuestra naturaleza. Veamos un breve fragmento en el que se dirige a Galión.

Todos, oh hermano Galión, desean vivir bienaventuradamente...
...me convengo con la naturaleza, por ser sabiduría el no apartarnos de ella, formándonos por sus leyes y ejemplo. Será, pues, bienaventurada la vida en lo natural que se conformare con su naturaleza; lo cual no se podrá conseguir si primero no está el ánimo sano y con perpetua posesión de salud. Conviene que sea vehemente, fuerte, gallardo, sufridor, y que sepa ajustarse á los tiempos, siendo circunspecto en sí y en todo lo que le tocare, pero sin demasía. Ha de ser asimismo diligente en todas las cosas que instruye la vida, usando de los bienes de la fortuna sin causar admiración á otros y sin ser esclavo de ella. Y aunque yo no lo añada, sabes tú que á esto se seguirá una perpetua tranquilidad y libertad, dando de mano a las cosas que nos alteran ó atemorizan; porque en lugar de los deleites y las demás cosas que en los mismos vicios son pequeñas, frágiles y dañosas, sucederá una grande alegría incontrastable, una paz acompañada de concordia de ánimo y una grandeza adornada de mansedumbre...








LA FELICIDAD EN LA EDAD MEDIA

En la Edad Media, la figura de Dios subyace a toda forma de felicidad, Santo Tomás (1225-1274), a través de su filosofía, nos describe la felicidad como “gozo de la verdad” o “amor a la verdad”. Este “gozo de la verdad”es el mismo que muestran los evangelios sobre la vida de Jesús, como alguien feliz que persigue sus objetivos y que los va realizando en compañía de otra gente, a pesar de que la otra gente no responda a sus expectativas. Jesús es coherente con su identidad, y desde un marco de libertad en la fe postula un proyecto sobre la base de su experiencia. Cómo hombre feliz, Jesús es un crítico del sistema y de la precariedad de sus contemporáneos, y a través de su experiencia personal y de sus conocimientos, proclama un reino en el que crea nuevas condiciones de posibilidad de alcanzar la felicidad, este es el mensaje que captó Santo Tomás, no captado así por sus contemporáneos, mucho menos por los nuestros.

Dante Alighieri (1265-1321) influido por el filósofo Brunetto Latini, nos expone en su obra maestra "La divina comedia", la síntesis del espíritu humano y el conocer clásico. Démonos un paseo por el Paraíso, donde culmina su magna obra, y veamos lo que nos dice en ella con respecto a la felicidad.
En el Cielo III del Paraíso, Dante no puede dejar de preguntarse, como es posible que de un mismo padre surjan hermanos tan diferentes; es decir, ¿Cómo de un mismo influjo salen efectos tan diversos? ¿Cómo de una misma simiente, de una misma raíz pueden surgir frutos de diferente intensidad? Él mismo nos ofrece la respuesta a través de los personajes de este Cielo III. Aunque todos seamos de igual naturaleza, no todos aprovechamos el influjo de su luz para alcanzar esferas más altas, destacando por encima del resto de los individuos aquellos que han sabido aprovechar dicha luz, dicha chispa. Somos uniformes, es decir provenimos de una unidad, pero dentro de ese flujo común existe la variedad tal como Dante lo muestra en su recorrido astral, pero nos movemos a velocidades diferentes. Es decir todos partimos de una misma uniformidad que responde a unos mismos principios, esa es la constante, pero el movimiento es diferente y por eso somos tan diversos. Pero ¿Hacia dónde nos movemos? ¿En qué dirección? Dante nos sigue dando respuestas, el hombre debe vivir en sociedad y ocupar los diversos oficios según sus cualidades, y esta diversidad de las cualidades del hombre es la que viene provista de la providencia divina que da a cada ser su virtud, y si el hombre no se adecua a su naturaleza humana y a sus virtudes, nunca podrá alcanzar su felicidad.
No es casual que Dante trate este tema de la diversidad producida por una misma simiente, pues para Dante las virtudes no sólo dependen de la raíz, sino del individuo, pues la virtud ya la lleva innata en lo más profundo de su Ser. Resumiendo, Dante nos quiere decir a través de este Cielo III, que la chispa de la felicidad es innata en todos los hombres, una gracia divina que Dios nos concede, una virtud natural del alma, y que el hombre debe perseguir a través de un desarrollo de sus cualidades si no quiere que su semilla se eche a perder si cae en mala tierra, si no queremos obtener un fruto amargo de la vida que no es otra cosa que la infelicidad.




LA FELICIDAD EN EL MARCO DE LAS DIFERENTES DIMENSIONES DE LA REALIDAD HUMANA


Al final del siglo pasado, Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891), sintetizando los textos sagrados de las religiones y de las grandes filosofías tradicionales y, adaptándolas a la ciencia y a la psicología contemporáneas, presentó una clasificación septenaria de incuestionable rigor, no fácil de entender para la mayoría de los hombres.

La enseñanza Cristiana, sustentada por San Pablo (10-62), es que el hombre está compuesto de cuerpo, alma y espíritu. Esta es la constitución trina del hombre en la que creen los teólogos, pero ocultada, pues sus puntos de vista son considerados ahora como heréticos. Esta concepción tríptica de la naturaleza del hombre está incluida en la enseñanza Teosófica de la constitución septenaria. Pero lo mismo que otras doctrinas filosóficas, esta convicción se perdió de vista, pues fue gradualmente retirada en la época en que la moral degeneraba en Europa. Esta clasificación que hace la constitución septenaria da inmediatamente una idea de lo que es el hombre, que es muy distinta a la vaga descripción expresada con las palabras "cuerpo y alma", y también reta audazmente el concepto materialista de que la mente es el producto del cerebro, o sea, una parte del cuerpo.


Veamos como se correlaciona la felicidad en cada uno de los de los diferentes planos de nuestra constitución humana



Nivel 1: Cuerpo Físico.
En este nivel, podemos relacionar la felicidad con el comportamiento infantil, guiada a satisfacer el placer a través de los cinco sentidos básicos, es la satisfacción derivada de complacer necesidades primarias y sensoriales. Es el nivel más primario y siempre es fugaz, pues no se ha satisfecho un deseo cuando ya se está buscando la satisfacción de otro.

Nivel 2: Vitalidad.
La felicidad se relaciona en las relaciones interpersonales que compartimos. Los afectos a otras personas los consideramos como momentos felices, pero no eternos, se desvanecen y nos cansamos pronto de ellos y seguimos buscando afecto en otras personas. Es decir, nuestra felicidad depende de lo que los demás nos ofrecen.


Nivel 3: Cuerpo Astral.
En este nivel tienen cabida los logros bajo el contexto cultural y social en el que nos encontramos. Es decir, las metas que hoy nos hacen felices, mañana no pueden serlo porque ya han dejado de estar de moda, es también una felicidad bastante pasajera.

Nivel 4: Alma Animal o Kama-Manas.
Aquí, en este nivel ya nos movemos con la mente y su independencia. Aquí podemos ver ya el resultado de nuestras experiencias y madurez. Ya la felicidad no se obtiene a través de los bienes materiales, sino en la capacidad de saber disfrutar de los bienes que poseamos y de las situaciones en que nos encontremos. A efectos social y cultural no nos mueve el aplauso o consentimiento de los demás. Se va más allá de los estereotipos de moda y se busca un estilo de vida propio, valorando la armonía y la paz.
Nos encontramos en un nivel de superación donde hay una visión integrada del hombre y la naturaleza, venciendo la parte animal de ésta última, existe coherencia entre pensamiento, palabra y actos. El hombre tiene presencia de sí mismo sin imponerse a nadie, no hace ostentación de sus conocimientos y su fuerza es su humildad. Aunque no hay que olvidar que este nivel es el más difícil de superar, pues las influencias de los niveles inferiores no cesan de hostigarlo, por lo que es necesario una férrea voluntad y un sendero de virtudes a seguir, si queremos mantenernos en él.

Nivel 5, Alma Humana.
Este nivel es el de los grandes maestros y sabios, es decir; la transcendencia de uno mismo, han dado un paso más allá de lo que recogen los sentidos y han logrado entablar unión con lo más profundo de su ser. Para ellos la felicidad solo es alcanzable a través de la entrega y el servicio para que todos les acompañemos en su evolución.
No es, pues, extraño que dichos términos sean ahora incomprensibles para muchos o mal interpretados por los mismos, siendo así que todos los referidos términos representan ciertos estados de Conciencia, mientras que nadie puede conocer un estado determinado de Conciencia si no lo ha experimentado nunca, en esto consiste el misterio. Los aspectos superiores de todos estos estados pertenecen a la naturaleza superior del hombre, asequible únicamente para aquellos cuyas aspiraciones van más allá de los estados groseramente materiales de lo que hoy se consideran arquetipos de la modernidad. Pero la verdad misma no puede ser enseñada ó revelada por ningún hombre ni teoría alguna; puede verse tan sólo por medio del ojo del verdadero entendimiento, cuando se revela en su luz propia. Este progreso no será posible sin el desarrollo correspondiente, el cual se inaugurará con un entendimiento correcto de la constitución del hombre. La Humanidad está aún muy poco despierta a ese nivel, o sea, casi no es todavía capaz de pensar en términos amplios, plenos y puros; teniendo pues un largo camino evolutivo a recorrer. Quien ignore la jerarquía de los Planos, de los Principios de Conciencia y sus Vehículos, desconoce el mapa que le indica cual es la dirección a seguir.


LA FELICIDAD EN LA MODERNIDAD

El profesor y filósofo, Jorge Ángel Livraga Rizzi (1930-1991) fundador de la Asociación Cultural Nueva Acrópolis, en una de sus conferencias sobre “El Misterioso Arte de Vencer” nos transmite el siguiente mensaje sobre la felicidad:
“Hace muchos años tuve un Maestro que me decía que el Arte de la Felicidad estaba en lograr objetivos, pero no a costa de otros, sin basarse en la infelicidad de los demás; y en cierta forma el Arte de Vencer consiste en poder llegar a nuestras metas sin utilizar a los demás como peldaños, sin encaramarnos sobre la cabeza de los débiles, sin pisotear a aquellos que aparentemente nos están cerrando el paso, sino de una manera muy diferente, de todo corazón y con toda fuerza.
Lo que el profesor Livraga nos quiere transmitir, es que si queremos alcanzar la felicidad tenemos que vencernos a nosotros mismos. ¿Cómo? Con la humildad, aprendamos a ser veraces, sencillos, auténticos, aprendamos a ser nosotros mismos. Lo que tradicionalmente se ha llamado felicidad es una aspiración del ser humano, un logro. Una meta inevitable, indefinida. Necesitamos ser queridos, auto-afirmarnos, relacionarnos con otros seres. Estas necesidades son una dirección que seguir, de nosotros depende hacia donde dirigirnos y con quien relacionarnos.
Delia Steinberg Guzmán (1943, Buenos Aires), en su libro “¿Qué hacemos con el corazón y la mente?” Manifiesta que la felicidad es uno de los principales objetivos de los seres. Que la felicidad es un estado perfecto que se desea pero que no se puede definir, pues afecta a todos los planos de nuestra expresión humana y al conjunto en su totalidad. También nos dice que la mayoría de los seres no son felices porque consideran la felicidad como un objetivo inalcanzable. Pero también nos hace saber que los medios habituales por los que intentamos de alcanzar la felicidad no son los adecuados Y siguiendo los pasos de los grandes filósofos de la antigüedad, nos propone un camino a seguir, un objetivo de la verdadera felicidad que, simple y llanamente consiste en descubrirnos a nosotros mismos como auténticos seres humanos. En el que podemos descubrir que más allá de nuestras apetencias y deseos, el mundo está lleno de belleza y armonía y; que seremos felices cuando aprendamos a disfrutar de las cosas sencillas, cuando nuestros sentimientos no hieran a los demás, cuando amemos sin desconfianza, cuando todos los días intentemos aprender algo; entonces, la sonrisa brotará de nuestros labios con facilidad. El camino de la felicidad está trazado, de cada uno de nosotros depende el seguirlo.

El psiquiatra Luis Rojas Marcos (1943, Sevilla) en su libro, "Nuestra felicidad", Nos dice que el hombre contemporáneo es más feliz que sus antepasados, porque dispone de las contribuciones de estos a nuestra felicidad, pero pronostica que en el futuro "no faltarán hombres y mujeres angustiados".
El hombre de hoy confunde los frutos del progreso con dolencias como el aislamiento social, el consumismo descontrolado o la pérdida de la identidad. Todas estas percepciones ignoran nuestra capacidad para beneficiarnos del progreso y aprovechar los nuevos recursos en la búsqueda de la felicidad.




Nos habla también de los ladrones de la felicidad, como pueden ser el dolor, el miedo, el odio o la depresión, pues estos factores apartan nuestra atención de las circunstancias bajo nuestro control que influyen en nuestra felicidad.
Manifiesta que la felicidad se basa en el desarrollo de nuestra personalidad y que en esta personalidad son básicos los siguientes ingredientes: Una autoestima favorable unida al sentido de controlar la vida propia. Un talante optimista y comunicativo. Y una buena capacidad para adaptase a los cambios y superar los retos. Asimismo subraya que la autoestima más beneficiosa es la realista, que se basa en la aceptación de nuestras capacidades y limitaciones y en la ilusión enfocada hacia metas alcanzables. “Nuestra Felicidad” título de este libro fundamenta su mensaje primordial en que: Aprender a vivir felices es labor de toda una vida y exige curiosidad, introspección y conocimiento de nosotros mismos. Es por lo que debemos instruirnos en el arte de vivir.


LA FELICIDAD EN LAS CIENCIAS ACTUALES

Las ciencias económicas relacionan la felicidad con el poder adquisitivo, sin embargo esta consideración no es acertada, pues seguimos sin ser felices a pesar de tener más bienes y mayores adelantos tecnológicos.

Las ciencias políticas en su intento de garantizar un salario de supervivencia y una distribución más equitativa de los bienes sociales con el fin de lograr una sociedad más igualitaria se basan en el principio de que la felicidad de cada uno es igual a la de los demás, es decir, distribuye la felicidad como un bien común. Pero vemos que los ciudadanos no son felices con el sistema político actual, pues el alcoholismo, la delincuencia y las depresiones siguen aumentando.
Asimismo podemos comprobar que los grandes sistemas políticos como el socialismo, el marxismo o el comunismo han fracasado en todos sus sentidos, y es que la felicidad no puede formar parte de los costes y beneficios de ningún sistema político, no se puede medir en estadísticas. La felicidad no se computa, podemos saber como se comporta la gente, pero no podemos saber lo que sienten. Ningún Estado está capacitado para decirles a las gentes como se tienen que sentir.

Las ciencias médicas, con la neurología a la cabeza de la búsqueda de la felicidad, radican la felicidad en el cerebro y sitúan el foco de su investigación en dos aspectos fundamentales: El placer y el deseo, cuyo elemento primordial es la noción de recompensa.
De esta manera están circunscribiendo la felicidad a “querer” y “gustar”, o dicho de otra forma; “Esto me gusta”, “Esto lo quiero”. Pero, como nos cansamos pronto de lo que queremos, la bioquímica sale en ayuda de la neurociencia y produce fármacos para mantener los niveles de dopamina óptimos. Una optimización muy opioidea que nos acerca peligrosamente a los estados maniacos-depresivos que está padeciendo la actual sociedad..
Las ciencias psicológicas han regresado al estudio de los sentimientos y piden a gritos una revolución académica para que todas las ciencias dirijan sus esfuerzos a

investigar las causas de la felicidad. La actual psiquiatría se ha convertido en un dispensario de antidepresivos cuyos efectos son más depresivos aún.

Fallan las teorías de la naturaleza humana, psicólogos, neurólogos y filósofos buscan desde hace tiempo fórmulas idóneas para lograr la felicidad y todos coinciden en que es necesario un largo proceso de aprendizaje.

Daniel Goleman (1947 Stockton, Estados Unidos) psicólogo y periodista científico, en su libro “Inteligencia Emocional” nos hace partícipes de que existe una clara evidencia de que las personas emocionalmente desarrolladas, es decir, las personas que gobiernan adecuadamente sus sentimientos, y así mismo saben interpretar y relacionarse efectivamente con los sentimientos de los demás, disfrutan de una situación ventajosa en todos los dominios de la vida. Ya que estos son más felices que los demás.

Hasta aquí, en lo que me ha sido posible debido al espacio exigido para este tipo de trabajo, he recogido brevemente lo más sustancial que sobre la felicidad se ha dicho, he tenido que ser muy escueto y dejar a muchos grandes maestros y filósofos en el tintero; me he servido de la constitución septenaria para hacer más comprensible la felicidad en sus varias manifestaciones, y aunque haya bebido, en mis propias manos y en su justa medida, el agua del río Libre de Cuidado, no me siento con autoridad para situar la felicidad en los niveles sexto y séptimo. Desde la más remota antigüedad, hasta el día de hoy, los Maestros de la mente no dejan de estimularnos para alcanzar ese estado interno de calma que hoy conocemos por felicidad, son enseñanzas muy sólidas y desde hace miles de años están a nuestra disposición, es la senda hacia la experiencia interior del Ser. ¿Por qué somos infelices entonces? Que cada uno haga uso de su razón y de su lucidez. La lucidez y la razón me ha llevado a través de la monografía hasta estas líneas, las que siguen a continuación las dejo en manos de mi intuición.

LA VERDADERA FELICIDAD

¿Es la felicidad un desafío? ¿Debemos aceptar que se nos escapa la vida sin alcanzar la felicidad? ¿Es una herida incurable del ser humano? ¡No! Rotundamente no. La Verdadera Felicidad existe y, forma parte de nuestro deber su logro. Pero, ¿Cómo alcanzarla en estos tiempos de violencias y miserias? ¿Cómo lograrla? ¿No será un instrumento de engaño y dominación de aquellos que nos la quieren vender? ¿Qué camino seguir? ¿Qué destino? ¿Qué sendero?
Estamos hablando, nada menos que de la verdad del destino humano y de su salvación, un destino en el que todos estamos implicados y en el que el fundamento primordial es nuestra libertad de elección. La felicidad no surge de manera imprevista, ni se manifiesta como un don. La felicidad forma parte de la vida y es nuestro deber conquistarla.
Formamos parte del orden de la vida, y como hemos apreciado a través de los versos de Dante, la evolución tiene como consecuencia la singularidad de cada Ser. Esto es la Ley de la Vida e implica que cada uno de nosotros posee la posibilidad de crecer y transformarse, es la aventura de la vida, y esto, debería sorprendernos y emocionarnos.



Somos únicos y vivimos momentos únicos y de nosotros depende que esos momentos sean felices y bellos. No olvidemos las famosas máximas del filósofo y pensador griego Epicteto (55-135) “De nosotros no depende ser ricos, pero sí felices” “No busques la felicidad fuera, sino más bien dentro de ti, en caso contrario nunca la encontrarás”
No sólo somos materia, somos también presencia y cada uno de nosotros está habilitados para ser felices. Y cuanto más conscientes seamos de nuestra presencia en nuestra vida, más conscientes seremos de que existe algo que nos eleva y supera. Ese algo, esa trascendencia es la distancia que hay entre la materia y la mente, esa distancia es el camino, el sendero que hemos de recorrer y de cada uno de nosotros depende hacia que dirección ir.
La felicidad es una cualidad original de los seres, tenemos la capacidad de ser felices. No nos conformemos con lograr la simple apariencia de un placer, el impulso de la vida es lograr la felicidad. Sigamos pues el sentido de la vida, el principio de la vida; la felicidad ha estado siempre ahí, es una búsqueda que brota del interior del Ser y se manifiesta cuando nos aceptamos a nosotros mismos, cuando aceptamos a los demás y cuando nos interrelacionamos con ellos, entonces es cuando se produce la auténtica transformación en nosotros.
No somos el resultado de un azar, ni de un accidente. ¿No resulta sorprendente de que aparte de vida tengamos mente? Y de que por encima de esa mente hay algo superior. ¿No nos deja atónito de que nuestro sentido de lo sagrado, de lo divino, procede de algo superior a nosotros? La felicidad es un estado de la existencia del Ser, de su esencia. Hagamos uso de nuestra energía vital, dirijámosla, démosle sentido a nuestra voluntad, a nuestro deseo de realizarnos. Nada, ni nadie, podrá impedirnos acceder a la verdadera felicidad. Es un germen muy antiguo, una semilla que habita en nosotros desde nuestros orígenes..
Dejémosla que se manifieste en nuestro espíritu, y entonces, la carne podrá sustentarse de ella con beneficios saludables. El porqué de una vida, se fundamenta en su recorrido y en sus logros; y es un logro primordial en nuestra existencia que seamos un Ser con plenitud, y la felicidad forma parte de esa plenitud; no cambiemos nuestro destino, ni dejemos que lo dirijan. Demos fe de la felicidad como un hecho de la vida, un hecho que implica nuestras virtudes y nuestras intenciones, un hecho que está en lo más profundo de nosotros.
Habitamos un Universo que se hace a sí mismo. Un Universo vivo con una intención. Una intención que desconocemos pero a la que nos acercamos en nuestros momentos más intuitivos y puros, entonces es cuando adquirimos plenitud de que la felicidad reside en nosotros, estamos en comunión con nosotros mismos.
Pero nuestras vidas precisan puntos de referencia. Nuestra acción necesita marcarse objetivos. Todos, por naturaleza, queremos ser realmente felices (a Aristóteles le sobraba la razón en este punto, no olvidemos su máxima “La felicidad es una cierta actividad del alma, de acuerdo con la virtud) pero también aspiramos, con un anhelo natural, a alcanzar una felicidad plena y, nos guste o no, hemos de reconocer que la ciencia no puede colmar dicha ansia, por mucho que sus logros puedan contribuir a un aumento del bienestar material.



Necesitamos fines que gobiernen nuestra existencia, y algunos de esos fines han de ser objetivos, no el simple producto de nuestra voluntad subjetiva o histórica. Precisamos pues, hallar un sentido objetivo a nuestra existencia, para guiarla en función de él. Y la ciencia no puede darnos estos referentes.
La filosofía, con un discurso objetivo y susceptible de ser analizado críticamente por la razón, nos proporciona los elementos que nos permiten guiar nuestra acción dentro del marco del deber de la moral y de las virtudes, tiene su origen en los propios valores del individuo pero también en unos principios, unos conocimientos y unas verdades que están en el reino de los arquetipos. John E. Nelson, en su libro “Más allá de la dualidad”, apunta en que la fase REM de los sueños es una situación idónea para sincronizar con el Fundamento, o sea con lo que nosotros podríamos denominar el reino
de los arquetipos. ¡No nos quedemos dormidos! Por muy maravillosos que sean nuestros sueños no nos quedemos esperando esa situación idónea, podemos vivirla aquí, y ahora. Y, como la experiencia nos demuestra sobradamente, estos principios, conocimientos y verdades, coinciden con el pensamiento platónico, con la sabiduría hindú y con todas las grandes tradiciones antiguas. Es el momento de que cada uno trate de discernir lo más válido de lo menos válido, lo cual es de gran ayuda en momentos de confusión de valores, como acontece en la sociedad actual. Estos principios nos sirven de constructores de la Conciencia, son las llaves de acceso al conocimiento de nosotros mismos, no permitamos que nuestra Conciencia se quede anclada en los niveles inferiores de la cadena septenaria.
Cuando le damos sentido a nuestras vidas estamos evolucionando, cuando evolucionamos somos felices, cuando somos felices; la belleza, el arte, la ciencia y el orden fluyen en nosotros en perfecta armonía. Esa armonía, como nos decía Buda es la paz interior y; no hay mayor felicidad que la paz interior.
Para cerrar esta monografía he seleccionado un breve texto de las “Epístolas morales a Lucilio” de Séneca. Pero antes de finalizar, reiterar que la felicidad, la Verdadera Felicidad, es una conquista personal, un sendero hacia la realización personal que nos conduce a la plenitud del Ser, la llave está en la Filosofía, en vivir la vida con un significado espiritual, pues la verdadera felicidad está más allá de las cosas temporales, aprendamos a discernir lo temporal de lo atemporal y evitaremos el sufrimiento absurdo del mundo. La filosofía nos enseña que el camino para ser felices pasa por las virtudes y es a través del ejercicio de las mismas cuando se alcanza la felicidad.
“Ahora, examínate a ti mismo,
si nunca estás afligido,
si ninguna esperanza perturba tu alma por la angustia del futuro,
si en los días y en las noches mantienes siempre el mismo temple
propio de un alma noble, complacida consigo mismo,
has llegado a la cima de la felicidad humana”.

Francisco López Alonso





BIBLIOGRAFÍA:

Albert Einstein. “Sobre la teoría de la Relatividad Espacial y General”
Alianza Editorial. Madrid, 2002.

Aristóteles. “Ética a Nicomaco”
Alianza Editorial. Madrid, 2oo4.

Daniel Goleman. “Inteligencia Emocional”
Editorial Kairós. Barcelona, 1996.

Dante Alighieri. “La Divina Comedia”
Espasa Calpe. Madrid, 2006.

Delia Steinberg Guzmán. “¿Qué hacemos con el corazón y la mente?”
Editorial Nueva Acrópolis. Madrid, 2005.

Epicteto. “Un manual de vida”
Editor José J. De Olañeta. Palma de Mallorca, 1997

Francisco de Quevedo.- “Vida de San Pablo Apóstol”
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

Hong Sheng Zhao y Benoit Famaey. “Dark matter-galaxies: kinematic and dynamimics-gravitation”
Revista Estadounidense: “Astrophisical Journal Letter” 10 de Febrero de 2006.

Isaac Newton. “Principios Matemáticos de la Filosofía Natural. Libro I”
Alianza Editorial, Madrid 1998.

“Historia de Nuestro Señor Jesucristo: Exposición de los Santos Evangelios”
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

John E. Nelson. “Más allá de la Dualidad: Integrando el Espíritu en nuestra comprensión”
Editorial Libros de la Liebre de Marzo. Barcelona, 2001.

Jorge Ángel Livraga Rizzi. “El Misterioso Arte de Vencer (Primera Parte)”
Recopilación de una conferencia dictada por el Prof. Livraga Rizzi

José de Montoya y Jesús Coniel. “Aristóteles, Sabiduría y Felicidad”
Ediciones Pedagógicas. Madrid, 1994.

Lucio Anneo Séneca. “Sobre la Felicidad (deVvita Beata)”
Alianza Editorial, Madrid, 2002.
“Epístolas morales a Lucilio I” y “Epístolas morales a Lucilio II”
Editorial Gredos. Madrid, 1989 y 1994.

Luis Rojas Marcos. “Nuestra Felicidad”
Editorial Espasa Calpe. Madrid, 2004.

Platón. Diálogos: “Georgias, Menexeno, Eutidemo, Menon, Cratilo (Tomos I y II)”
Editorial Gredos. Madrid, 1999.

Tomás de Aquino. “Sobre la Verdad: Cuestiones disputadas sobre la Verdad”
Editorial Biblioteca Nueva. Madrid, 2003.

2 comentarios:

Pedrito de Utrera dijo...

Me sorprende la claridad con que el autor nos define la felicidad, y nos da los fines para conseguirla, excelente las conclusiones que nos expone al final de dicha monografía. Sólo nos queda preguntarnos, ¿por qué seguimos sufriendo y somos infelices? será porque no nos esforzamos por seguir los pasos que dicho señor nos propone.

Anónimo dijo...

Que sabias palabras!, y que reales!
Tenemos que hacer un hábito de agradecer lo que tenemos, más allá de lo que deseamos. Millones de gracias por compartirlo conmigo y con toda la comunidad internauta, no puedo criticar nada, simplemente decir que sé cuando algo me pone los pelos de punta. A medida que vamos creciendo se nos ensucia la mirada y tenemos arrugas en el corazón, preocupaciones, responsabilidades…pero siempre hay un dia un momento en el que realmente nos damos cuenta de que vivimos en la hipocresía y enterrados en diversas máscaras y de que no somos felices. Verdaderamente no hay nada como tener una mente clara o, mejor, preclara, nada de incertidumbres que nos lleven a extraños replanteamientos. esta claro, son las cosas pequeñas las que nos hacen felices y el esfuerzo del día a día. Hace tiempo que no cabalgaba por la red, y hoy me encuentro con este pequeño texto que dice tanto. Me ha gustado, y me alegro de que haya personas no altruistas que ofrecen sus esfuerzos y sus reflexiones, ojalá vuelva a escribir más cosas así este señor.